Wednesday, January 24, 2007

EL ULTIMO LIBRO DEL ESCRITOR MALVADO


Erase un escritor malvado, que durante varios días, no salía de su castillo de huesos por escribir las historias más espantosas que nadie había escrito jamás.
Cuando una mañana las acabó, cosió las páginas, las cubrió con una tapa roja y sobre ella escribió el título: HISTORIAS DE SANGRE. No dudaba que era el mejor libro que había creado.
-¡Al fin, mi obra maestra está lista!!- gritó emocionado.
Para celebrar la ocasión, soltó a su Ogro horripilante de cuatros metros de altura que guardaba en uno de los cuartos del castillo de huesos de siete pisos, y salieron a la selva a cazar algo para comer. Los animales les tenían terror. Cada vez que los veían, huían despavoridos y se encerraban en sus casas lo mejor que podían para no ser atrapados.
Al escritor malvado se le antojó comer jirafas y cebras, y por más que los pobres animales intentaron esconderse entre los árboles, fueron finalmente capturados por el ágil y astuto Ogro.
Al mediodía regresaron al castillo con dos jirafas y tres cebras sobre los hombros del Ogro. Luego de cocinarlos con los más suculentos condimentos, los devoraron hasta dejar solo los huesos.
-Empieza a construir otro piso- ordenó el escritor al Ogro. Obediente, el Ogro cargó los huesos y fue a construir con ellos el octavo piso del castillo.
Antes de dormir, el escritor malvado abrazó con una sonrisa maléfica a su libro y lo dejó sobre su escritorio adornado de arañas y murciélagos disecados. Ya soñaba con publicarlo lo más pronto posible. Siempre que publicaba sus libros por todo el mundo, subía con el Ogro a lo alto de su castillo, y desde allí, con un binocular, observaban los cielos de los pueblos lejanos donde leian sus obras.
-¡Ja,ja,ja,ja! ¡Mira, veo fuego y humo entre las nubes! ¡Mis cuentos dieron sus frutos! ¡Cuántos estarán matándose! ¡Ja,ja,ja!- le decía riéndose al Ogro, y ambos saltaban abrazados de felicidad. Gracias a las historias del escritor malvado, los hombres se volvían malos y desataban horribles guerras.
Entonces, mientras el escritor malvado dormía profundamente, dando ronquidos estremecedores, el libro aprovechó para huir del castillo de huesos. Caminaba casi arrastrándose por el bosque, con los ojos profundamente tristes y quejándose de unos dolores terribles que hizo despertar a los animales.
-Pobre libro, ¿qué le sucederá?- comentaban apenados todos, viendo que el libro ya casi no tenía fuerzas para caminar. Hasta que el libro cayó moribundo sobre un musgo húmedo, brotando abundante sangre de sus páginas.
-¡Ayúdenme! ¡Saquen a los monstruos que llevo adentro!- clamó antes de desmayarse.
Los animales, curiosos de unos ruidos raros que soltaba el libro, acercaron sus oídos hasta la tapa y lograron escuchar gritos y llantos tenebrosos. Nadie se decidía hacer algo por el agonizante libro, hasta que al fin, un jaguar se armó de valor y se metió dentro del libro dando un tremendo rugido. De inmediato lo siguieron varios elefantes, y luego unos rinocerontes, y después unos tigres, anacondas, gorilas, cocodrilos, y así, todos los animales se metieron con sus mejores armas. Se desató, entonces, una batalla feroz dentro del libro.
-¡Al ataque mis valientes!- se escuchaba la voz de ánimo del Jaguar en medio de los gritos de lucha de ambos bandos. Todo el suelo de la selva tembló durante las horas de combate. El movimiento logró despertar al escritor malvado, quien creyendo que era uno de los tantos temblores que sucedían en la zona, siguió durmiendo plácidamente.
Cuando ya anochecía, por fin los gritos cesaron dentro del libro. Poco a poco fueron saliendo los animales victoriosos, cargando sobre sus hombros a los villanos derrotados, a los monstruos que había creado el escritor malvado. Los arrojaron al río y se abrazaron con el libro que al fin respiraba aliviado y sonreía emocionado.
Entonces, una mariposa y una luciérnaga pidieron permiso al libro para ingresar a sus páginas. El libro las dejó, pero ni él ni nadie sabía para qué querían entrar. Justo, en ese momento el escritor malvado despertó y se alarmó de no encontrar al libro en el escritorio. Salió con el Ogro a buscarlo por la Selva. Cuando los animales los vieron, huyeron espantados. Al ver que se acercaba el escritor malvado, el libro advirtió a la mariposa y a la luciérnaga que no salieran porque el Ogro podría comérselas.
-No lo haremos porque aún no hemos terminado- dijeron ellas. El libro se preguntó ¿qué era lo que aún no terminaban ellas?
El escritor malvado cogió al libro y renegó de hallarlo sucio y ensangrentado.
-Pero, ¿qué demonios te sucedió?, ¿quién te trajo aquí?- refunfuñaba mientras regresaba con el libro y el Ogro al castillo. Puso nuevamente al libro en el escritorio, pero esta vez ordenó al Ogro que cuidara que nadie se lo lleve.
Al día siguiente, mientras el Ogro caía rendido de sueño en un sillón polvoriento, la mariposa y la luciérnaga aprovecharon para salir del libro.
-¿Qué es lo que hicieron adentro, amigas?- preguntó curioso el libro en voz baja.
-Ya lo sabrás pronto-dijeron ellas y escaparon por las ventanas del castillo de huesos.
Al rato el escritor malvado, vestido con sus mejores trajes, cogió al libro y salió rumbo la ciudad para publicar su libro. Entregó el libro a una imprenta y encargó que le confeccionaran millones de libros y que lo repartieran por todo el mundo.
Dos semanas después, el escritor malvado subió con el Ogro a lo alto del castillo de huesos para observar con su binocular los frutos de su obra. Estaba seguro de que vería mucho humo y fuego en los cielos de los países lejanos. Convencido de que los hombres ya se estarían matando por culpa de sus cuentos perversos. Pero cuando echó el primer vistazo, se quedó mudo. No lo podía creer. ¿Qué vió que lo hizo enojarse tremendamente?
-¡No, no, no puede ser!- gritaba iracundo y arrojó al binocular contra suelo, culpándolo de hacerlo ver tonterías. El Ogro le trajo otro binocular y cuando echó otro vistazo, volvió a ver lo mismo.
-Noooooooooooooooooo!- gritó y se desmayó. El Ogro por tratar de agarrar a su amo, trastabilló y ambos cayeron pesadamente. ocasionando que el enorme castillo de huesos se derrumbara estrepitosamente.
Todos lo animales de la selva se acercaron al castillo destruído y vieron que el escritor malvado y el Ogro yacían muertos entre los escombros de los huesos amarillentos.
-¡El libro, el libro, allá viene el libro!- gritó una liebre y todos vieron al libro llegando sobre las espaldas de la mariposa y la luciérnaga que habían ido a la ciudad a traerlo.
Entonces, el libro y todos los animales subieron en lo alto de los árboles con los binoculares y vieron felices los cielos de los pueblos lejanos. Gracias a los bellos cuentos que escribieron la mariposa y la luciérnaga en el libro, los hombres se volvieron justos, bondadosos y solidarios.
En los cielos de todo el mundo, ya no se veía humo y fuego, sino rosas rojas y blancas que danzaban con interminables palomas entre las nubes dormilonas.